Imagínese tener 15 años, ir al colegio y no disponer de un lugar donde cambiarse cuando tiene el periodo; no contar con una papelera para depositar los productos higiénicos o no tener un sencillo espejo en el que mirarse y saberse “a salvo” de manchas. 

Disponer de baños seguros, privados y limpios donde poder cambiarse con tranquilidad es esencial para las niñas y jóvenes que tienen la menstruación y que acuden al colegio. En los hogares, aunque la situación es más sencilla, también es complicado mantener una buena higiene menstrual sin disponer de agua corriente, o no tenerla en cantidad suficiente. Una realidad que se hace extensible a otros espacios como los lugares de trabajo o los propios espacios públicos: para aquellas mujeres que trabajan de manera ambulante, vendiendo sus mercancías al aire libre, es una necesidad contar con un baño donde poder cambiarse. 

Existen evidencias de la profunda relación entre la higiene menstrual y la salud general de las mujeres, así como con la asistencia de las niñas y jóvenes a la escuela. Sin embargo, hasta relativamente poco tiempo, apenas se había prestado atención a la higiene y la salud menstrual. Sólo en la última década han comenzado a darse importantes pasos en este sentido. Así, por ejemplo, el programa conjunto de Monitoreo para el abastecimiento de agua, el saneamiento y la higiene de la OMS y UNICEF ha introducido recientemente un conjunto de indicadores para contabilizar progreso en materia salud e higiene menstrual, lo que permitirá que este tema comience a ser abordado en mayor profundidad a partir de los datos que se vayan obteniendo. 

Mientras tanto, se dispone de estudios realizados en zonas y países específicos. Así, un informe de UNICEF revelaba que el 95% de las niñas en Perú sienten “incomodidad” en el colegio durante su menstruación y 3 de cada 10 falta al colegio algún día a la escuela todos los meses durante su periodo. En muchos casos, esto es debido al temor a que se perciba el olor a sangre, por miedo a mancharse, por vergüenza, o por la falta de sanitarios adecuados. Y lo mismo sucede en otros lugares del mundo: en África Subsahariana,  se estima que 1 de cada 10 niñas deja de asistir al colegio durante varios días al mes cuando tienen el periodo. 

Para luchar contra esta realidad, es necesario realizar un abordaje integral, que implica, entre otras cosas, disponer de baños limpios, seguros y adecuados en los centros escolares para poder cambiarse cuantas veces haga falta. Además, es necesaria una adecuada sensibilización sobre el tema para ayudar a romper mitos, tabúes y vergüenzas entre las niñas pero, también, en los niños. Al mismo tiempo, entran en juego otros factores como la disposición de productos higiénicos apropiados, suficientes y a un precio asequible. 
 

En América Latina, la Cooperación Española, a través del Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento (FCAS), está trabajando en aumentar el acceso al agua y al saneamiento especialmente en las zonas rurales y las poblaciones más vulnerables, con el objetivo de disminuir las brechas de acceso y hacer efectivos los Derechos Humanos al Agua y al Saneamiento. Además, los programas del FCAS cuentan con un enfoque transversal de género y trabajan para incorporar a las mujeres en los espacios de toma de decisión relacionados con agua y saneamiento y promover su participación en los proyectos de capacitación y formación. Por otro lado, la salud menstrual se está trabajando también en algunos de los programas del Fondo, como es el caso del llevado a cabo en Portoviejo (Ecuador). Allí, a través de la gestión social del programa, se realiza un abordaje transversal del enfoque de género a partir de cuatro estrategias diferencias: construcción de conocimiento, fortalecimiento de capacidades de las mujeres, articulación e incidencia, y autonomía económica. 

Es en la estrategia de fortalecimiento de capacidades donde se trabaja específicamente el tema de la higiene y la salud menstrual. A través de los talleres, se observa que las mujeres identifican claramente la relación del agua con la higiene menstrual y con la prevención de enfermedades –como posibles infecciones-, pero, explican, se trata de una realidad que no está presente en el debate público, generalmente por miedo a ser señaladas y cuestionadas, debido a los mitos y tabúes que existen alrededor del tema. Por ello, los espacios de debate creados por el programa han sido muy útiles para generar un espacio en el que compartir preocupaciones, aprendizajes y soluciones.