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Sólo 200 metros separan el mar de la carretera y las casas. Las dunas de arena actúan como barreras naturales contra el avance de las aguas. Ante la erosión costera y las inundaciones, el departamento de Pikine, a las afueras de Dakar, planta cara a los efectos del cambio climático mediante la reforestación. Fotos: AECID/Sylvain Cherkaoui

Pie de foto: Sólo 200 metros separan el mar de la carretera y las casas. Las dunas de arena actúan como barreras naturales contra el avance de las aguas. Ante la erosión costera y las inundaciones, el departamento de Pikine, a las afueras de Dakar, planta cara a los efectos del cambio climático mediante la reforestación. Fotos: AECID/Sylvain Cherkaoui

Título de la noticia Senegal. Quince mil árboles para salvarse con dunas del avance del mar

Fecha de publicación de la noticia 21/04/2024 - 20:50

Resumen de la noticia

Un estudio financiado por el Pacto de los Alcaldes en África Subsahariana contra el cambio climático y la Agencia Española de Cooperación propone plantar 15.000 árboles en nueve kilómetros de litoral de la ciudad de Pikine (Senegal) para frenar el avance del mar y proteger el ecosistema 


Contenido de la noticia

José Naranjo/Senegal. Louise Anne Marie Gomis, de 28 años, acarrea agua en cubos y la vierte sobre los brotes verdes que surgen entre las dunas. “Es importante regar, sobre todo en la estación seca, estas plantas nos protegen del avance del mar e impiden que la arena invada la carretera y nuestras casas”, asegura con orgullo. Pese a que nació aquí al lado, en Yembeul, y está acostumbrada a ver desde pequeña este particular ecosistema, nunca le habían explicado la importancia que tiene. Hoy, esta joven forma parte del equipo de voluntarios encargado de reforestar el lugar, una pieza más de un titánico empeño que dura décadas y al que se ha sumado el Pacto de los Alcaldes en África Subsahariana (CoM SSA, por sus siglas en francés), con el apoyo y financiación de la Unión Europea.   

La cuadrilla, integrada por una veintena de jóvenes, se afana en la tarea bajo la atenta mirada de la capitana Seynabou Diop Fall, jefa del sector de Keur Massar de la Dirección de Aguas, Bosques, Caza y Conservación del Suelo del Ministerio de Medio Ambiente de Senegal. “Los voluntarios son fundamentales, no es solo que se han enamorado y apropiado del proyecto, sino que contamos con ellos para que sensibilicen a los demás en sus barrios”, asegura.


 

Casuarinas de distintos tamaños, algunas plantadas hace apenas unos meses, otras viejas habitantes del lugar, salpican las dunas a lo largo de todo el litoral. Su presencia es el testimonio mudo de un viejo combate. 

CASUARINAS, LA SOLUCIÓN AUSTRALIANA PARA REFORESTAR EL LITORAL

Esta historia comienza hace casi cien años. Las depresiones interdunares próximas a la costa en los actuales departamentos de Pikine, Guediawaye y Keur Massar, conocidas como los Niayes, comenzaron a llenarse de huertos gracias a la existencia de abundante agua dulce cerca de la superficie. Sin embargo, la población que se iba asentando y sus explotaciones agrícolas estaban amenazadas por la arena de las dunas móviles.

Por ello, en 1925 surgen los primeros esfuerzos para estabilizar las dunas, que se concretan, en 1948, en un gigantesco proyecto de reforestación de todo el litoral, desde Dakar hasta Saint Louis, con cientos de miles de ejemplares de casuarinas, una especie australiana de rápido crecimiento que se adaptaba a la perfección al medio costero. 

La capitana Diop Fall, que ha investigado aquella iniciativa, asegura que fue un éxito. Sin embargo, hoy apenas vemos relictos de aquellas plantaciones, sobre todo en las zonas más próximas a Dakar. Dos elementos han venido a alterar el equilibrio natural: la presión demográfica, que se manifiesta tanto en extracción ilegal de arena para la construcción y tala abusiva de árboles como en ocupación intensiva del suelo, y el calentamiento global, que provoca una subida del nivel del mar y un avance de la línea de costa hacia el continente.

 “Las amenazas son múltiples”, asegura la capitana Diop Fall, “por eso es importante que la gente comprenda que proteger el ecosistema es también proteger a la población. Todo está interconectado”, explica.   

Hace medio siglo, los departamentos de Pikine, Guediawaye y Keur Massar eran pequeños núcleos del extrarradio de Dakar. En la actualidad, tras décadas de sostenido crecimiento demográfico alimentado por el éxodo rural procedente del interior del país, son robustas ciudades que, entre las tres, acogen a 1,5 millones de personas.


 

La rápida urbanización del espacio ha generado enormes desafíos y amenaza con romper los equilibrios naturales de zonas que hasta hace unos años presentaban una baja densidad habitacional. Consciente del dilema, el Ayuntamiento de Pikine elaboró en 2020 su Plan de Acción para el Acceso a una Energía Sostenible y el Cambio Climático (PAAEDC), con el apoyo del Pacto de los Alcaldes, en cuyo marco se puso de manifiesto la enorme vulnerabilidad de estas tres ciudades ante la erosión costera y las inundaciones. 

MEDIO MILLÓN DE PERSONAS Y UNA CARRETERA INVADIDA POR LA ARENA

Para hacer frente a este problema, el Ayuntamiento de Pikine identificó como proyecto prioritario la restauración forestal de las casuarinas para la fijación de las dunas de todo el litoral norte desde Guediawaye hasta Keur Massar, teniendo en cuenta que Pikine tiene un acuerdo con Guediawaye y que Keur Massar era, hasta 2021, parte del departamento de Pikine.

En concreto, se trata de las seis comunas rurales que se asoman al mar, las de Golf Sud, Sam Notaire, Ndiareme Limamoulaye, Wakhinane Nimzath, Yembeul Nord y Malika, con una población total de casi medio millón de personas. 

Una de las grandes modificaciones urbanas que ha sufrido la banda de casuarinas que comenzaron a plantarse a mediados del siglo pasado en este tramo ha sido la construcción, entre 2012 y 2014, de una carretera paralela a la costa, la VDN3, que, en algunas zonas atraviesa las propias dunas.

La vía, muy necesaria desde la perspectiva de la conectividad y movilidad de un gran número de habitantes, ha provocado un evidente deterioro de la banda forestal que, unido a la degradación por la tala, ocupación del suelo y subida del mar, hacían necesario un proyecto de restauración forestal.

“La propia carretera sufre por la invasión de arena”, asegura la capitana Diop Fall, “mantener una cubierta vegetal densa minimiza la entrada de arena en los carriles por donde circulan los vehículos y contribuye a un mejor y más económico mantenimiento de la infraestructura”. 

Tras finalizar su tarea, los voluntarios, que reciben una pequeña retribución de unos 90.000 francos CFA mensuales (unos 135 euros), desfilan con paso marcial a las órdenes del sargento Mamadou Lamine Bojang, responsable de la brigada de Malika de la Dirección de Aguas, Bosques, Caza y Conservación del Suelo del Ministerio de Medio Ambiente de Senegal.


 

Este es un cuerpo militar y formar parte de él, aunque sea como voluntario, requiere de una cierta disciplina. “Cuando llegan no se les ve muy convencidos, les cuesta seguir el ritmo, pero a medida que entienden la importancia de su tarea se conciencian cada vez más y se animan entre ellos”, asegura el sargento Bojang. 

Con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) y a través del citado Pacto de los Alcaldes, la empresa GEO-ID en colaboración con Tragsa ha llevado a cabo un estudio para recopilar toda la documentación existente relativa a las intervenciones realizadas en la zona costera, identificar las acciones que se están llevando a cabo y proponer soluciones para la estabilización de las dunas a lo largo de una franja de nueve kilómetros.

La investigación concluyó que las casuarinas, que en la actualidad representan el 92% de las diferentes especies presentes en dicha franja fruto de las reforestaciones realizadas durante décadas, siguen siendo una especie apta para el objetivo propuesto, pero no la única. 

LA CASUARINA Y OTRAS PLANTAS TROPICALES A PLANTAR

De hecho, el proyecto propone la paulatina introducción de otras dos especies, en concreto el cocotero (Cocos nucifera), presente en prácticamente todas las zonas tropicales del mundo, y la uva de playa (Coccoloba uvifera), originaria del Caribe. La idea es plantar 11 parcelas o islotes ya identificados en el sistema dunar y consideradas de alto potencial, localizadas en Yembeul Nord (4), Malika (2), Wakhinane Nimzatt (2), Golf Sud (1), Sam Notaire (1) y Ndiareme Limamoulaye (1). Cada parcela tiene una dimensión diferente, pero entre todas suman algo más de 77.000 metros cuadrados.  


 

Para la realización del proyecto será necesario plantar unos 15.000 árboles, de los que unos 10.000 serán uvas de playa, más de 4.000 casuarinas y unos 800 cocoteros.

El presupuesto de esta iniciativa supera los 63 millones de francos CFA (unos 96.000 euros). “Estas soluciones para la fijación de las dunas, basadas en la propia naturaleza, son una respuesta pertinente, económicamente viable y con beneficios múltiples, sobre todo para la preservación de la biodiversidad”, asegura el estudio. 

Recientemente una parte del gran perímetro forestal de Malika, que abarcaba 681 hectáreas, ha sido desclasificado y, por tanto, ha perdido su tradicional estatus de espacio protegido. Situado dentro de los límites del nuevo departamento de Keur Massar, la medida trataba de responder a una demanda de la propia población que, ante el intenso crecimiento demográfico y la necesidad de dotar de servicios públicos al departamento, sentía la necesidad de ocupar parte del perímetro.

Esta medida refleja la tensión que se vive hoy entre la ocupación humana y la necesidad de preservar el medio ambiente para que dicha ocupación sea posible. “No hay que olvidar que conservar las dunas es proteger también a la población y las nuevas infraestructuras”, asegura la capitana Diop Fall. 

Para el riego de los árboles plantados en el marco del proyecto se propone el sistema gota a gota pero también la valorización de las pequeñas obras hidráulicas que ya existen en la zona, como pozos y pequeños estanques.

Otro aspecto fundamental a tener en cuenta es la protección física de las zonas repobladas con un vallado vegetal que permita a los jóvenes ejemplares crecer sin ser golpeados por el viento que en muchas ocasiones sopla con intensidad en esta fachada costera. Ello implica, a su vez, una cierta vigilancia del lugar dado que uno de los problemas a los que se enfrenta este sistema es los robos por parte de desaprensivos. 

PLANTAR, PROTEGER Y CONCIENCIAR

En fin, plantar, proteger y concienciar a la población de la importancia de unas dunas que no solo frenan el avance del mar sino que sirven de hogar a numerosas especies de avifauna y reptiles, un pequeño paraíso arenoso donde desconectar de la ciudad y disfrutar de la naturaleza justo al lado del mar. Las dunas de Pikine lo tienen todo.

 


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ENTREVISTA Seynabou Diop Fall “Proteger las dunas costeras y su vegetación es proteger a la población”