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Sacuchum fcas guatemala

Pie de foto: Sacuchum fcas guatemala

Título de la noticia Los fontaneros de Sacuchum

Fecha de publicación de la noticia 18/04/2020 - 00:00

Categorías de la noticia Agua y saneamiento | Guatemala

Resumen de la noticia Los habitantes de Sacuchum cuentan con un sistema de agua desde hace tres años, construido con apoyo del Fondo del Agua de la Cooperación Española. Francisco Orozco y Santiago Miranda son los fontaneros que se encargan de su mantenimiento, y han recibido formación para afrontar la operación del sistema de agua potable. Han utilizado un ingenioso sistema para detectar fugas: colorear el agua con polvos de refresco. Aquí os contamos su historia.


Contenido de la noticia

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La aldea Sacuchum, en la frontera sur de Guatemala con México, lleva años sufriendo en sus carnes las dificultades de la vida. En 1982, sus calles fueron testigo del genocidio que sufrió la población indígena. Durante años, su población vivió aislada en los montes.

La construcción de una carretera y la instalación de un sistema de agua potable y saneamiento que ha impulsado la Cooperación Española para dos mil habitantes están favoreciendo el desarrollo de la región, e incluso hay personas que están volviendo de México a vivir en la localidad.​


La formación de los responsables de mantenimiento del sistema de agua y saneamiento es una parte fundamental de los proyectos


La población tenía que desplazarse a los arroyos, lejos del pueblo, para buscar el vital líquido, lavar la ropa, bañarse o dar de beber a sus animales. Ahora cuentan con un sistema de agua por bombeo que serpentea monte arriba hasta las viviendas, los habitantes tienen 218 nuevas letrinas de pozo seco ventilado y los baños de arrastre hidráulico cuentan ahora con tratamiento a través de 28 biodigestores. La Cooperación Española ha contribuido a todo ello, así como a la construcción de un sistema de infiltración de aguas depuradas, con una inversión de más de un millón de euros y con el trabajo de la comunidad que apoyó la construcción con mano de obra no cualificada, supervisada por las empresas constructoras.​



Las enfermedades diarreicas han disminuido gracias a la mejora del saneamiento y el agua potable


“Estábamos cansadas de oír que íbamos a tener agua potable, pero no llegaba. El día en el que inauguramos el sistema, brotaron lágrimas de emoción. Ya no teníamos que madrugar y venir a por agua a las 4 a.m. Nos cambió la vida”. La que habla es Euprasia Albertina Fuentes, una abuela que nos acompaña hasta el arroyo donde cogían agua. “Antes teníamos que ir a la fuente. A veces tomábamos agua sucia, porque se contaminaban los pozos que estaban cerca de los baños. También teníamos miedo a que los niños se cayesen en los hoyos que servían de letrinas”.​

“Con las nuevas, ahora vivimos más seguras”, comenta una de sus familiares, que la acompaña. “Nos da miedo porque dicen que hay mineros cerca y no sabemos si ya va a venir el agua con contaminación. Esperemos que eso no pase, porque nos afecta. No queremos contaminar algo que nos hace tanto bien”, nos explica.

Aunque la infraestructura y las obras pueden ser la parte más visible, la intervención también contó con un pilar básico: la formación de las personas usuarias y la creación de una Junta de Agua administradora. Parece que esa formación ha dado sus frutos, y es la base de que el sistema siga funcionando.​



Lavadero comunitario en la localidad de Sacuchum


Son estas Juntas de Agua quienes manejan los cobros, revisan los contadores, reparten los recibos, compran el diésel para el bombeo del agua, reparan las fugas subiéndose a las tuberías que trepan por las montañas. Fue la comunidad quien colocó las tuberías en el monte, en turnos de ocho personas, y lo sienten como propio. También han reforestado la zona para proteger las fuentes de agua.

Tras el cierre del proyecto, se enfrentaron a numerosos retos: en primer lugar, se les estropeó la válvula de alivio del sistema que bombea el agua desde el arroyo al tanque. Las personas que sabían cómo usar Internet compraron una de repuesto que venía de México, y que no tardó ni cinco minutos en volver a estropearse. Era demasiado débil y estalló nada más colocarla.

“Seguimos buscando y asesorándonos con la Mancomunidad, y ya tenemos una válvula nueva. Hace unos meses nos trasladamos a la Ciudad de Guatemala en busca de un nuevo motor de diésel, que se había roto: no nos quedamos parados”, explica Francisco Orozco, fontanero del sistema que porta un sombrero de paja y el orgullo del trabajo bien hecho.​


Francisco Orozco en la planta de infiltración de aguas grises


“En otra ocasión, tuvimos que tratar de descubrir una fuga que nos estaba dejando sin agua”, relata Santiago Miranda, el más joven de los fontaneros. “Toda la comunidad se puso a buscar la tubería rota pero no la encontrábamos. Nos dijo un técnico que vendría a mirar el sistema, pero no llegaba. Otra vez lo de siempre: trasladarse a Sacuchum no es fácil y lleva días. Tras días de deliberación, alguien tuvo una idea: insertar en el agua bombeada un trazador casero: una gran cantidad de polvos rojos para hacer refresco (el equivalente al Tang en España) y localizar la avería”. Y así lo hicieron. En pocas horas encontraron el lugar exacto, sobre un charco de agua teñida de color rojo.

Imaginación e inteligencia colectiva no falta en esta aldea del altiplano guatemalteco.​