El 5 de junio se celebra en todo el mundo el Día Mundial del Medioambiente, una fecha que este año sirve para recordar el impacto medioambiental de un producto tremendamente dañino para nuestro planeta y los seres vivos que lo habitamos: el plástico. 

Con una producción anual de más de 400 millones de toneladas, la mitad de ellos concebidos para una vida útil de un solo uso, el plástico se ha convertido en un grave problema para el medioambiente: según estimaciones de Naciones Unidas, entre 19 y 23 millones de toneladas de desechos plásticos terminan cada año en lagos, ríos y mares; asimismo, los microplásticos invaden los alimentos, el agua e incluso el aire, impactando en la salud de las personas.
 

MEDIOAMBIENTE, SALUD Y EMPLEO: HACIA UN MODELO SOSTENIBLE 
Consciente de la problemática que supone el modelos de producción y consumo actual, con una generación de desechos y plásticos inconcebibles y, al mismo tiempo, del potencial de empleo y mejora en la salud que supone reducir este tema, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) intensifica en los últimos años el enfoque de economía circular y acumula experiencia, especialmente en la región de América Latina y el Caribe, donde trata de reducir el impacto del plástico sobre el medioambiente y la salud de las personas, así como de generar opciones de empleo sostenible. 

A través de la convocatoria de Innovación, la AECID, con apoyo de organizaciones como la Fundación Ayuda en Acción, la Universidad de Sevilla, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) o Fundecooperación, ha priorizado y puesto en marcha diversos proyectos con enfoque de economía circular en países como Perú, Honduras, Bolivia, Colombia, Costa Rica y Guatemala. 

Así mismo, desde el Plan Intercoonecta el Centro de Formación de la Cooperación Española en La Antigua (Guatemala) ha puesto en marcha un Laboratorio de Innovación en Políticas Públicas y una serie de actuaciones con la Junta de Andalucía, con el fin de impulsar la BioEconomía circular como elemento clave de innovación para el desarrollo de la nueva ruralidad a través de la MIPYME rural centroamericana. Al mismo tiempo, trabaja alineado con la plataforma regional Coalición de Economía Circular – América Latina y el Caribe, contando con un plan de trabajo específico sobre este tema. 

De igual manera, se está trabajando en la aplicación de la economía circular al sector turístico, en el apoyo a la elaboración de una Estrategia Nacional de Economía Circular para Uruguay y con organismos como el Instituto de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) o SEGITTUR, entre otros. 

A todo ello se suman los esfuerzos que desde 2021 canaliza el nuevo Programa de Transición Ecológica (PROTEC), que prioriza la economía circular junto a otras líneas que ofrecen oportunidades de empleo y mejoras para la salud. Lanzado como piloto con un presupuesto de 1M€, que han sido multiplicados a 4M€ en 2022 y elevados hasta los 10M€ en 2023, esta nueva ventanilla de financiación está dando respuesta a demandas de diferentes países que requieren revisar sus cadenas de valor, gestionar sus residuos de manera más eficiente y revalorizarlos, como Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Perú, República Dominicana, Guinea Ecuatorial, Burkina Faso, Senegal, Nigeria, Benin, Mali, Etiopía, Palestina y Filipinas.
 

ACABAR CON LAS BOLSAS DE PLÁSTICO DE UN SOLO USO: EL CASO DE MALI
África Subsahariana se enfrenta hoy en día a dos importantes retos ligados a los problemas derivados de la gestión de los residuos en general, por un lado, y de los residuos plásticos en particular, por otro. 

En ciudades como Bamako, las bolsas plásticas de un solo uso están presentes en todas partes: en las calles, en los parques, en las azoteas de los edificios, en los parkings… impidiendo la infiltración del agua de lluvia y contaminando el agua, el aire y el paisaje. Esto ocasiona enormes dificultades a la población y es un desafío para las autoridades locales, pues la gestión de estos residuos resulta compleja y extremadamente costosa, y enferma o mata a los animales, a través de graves trastornos gastrointestinales.

Este pesimista panorama conduce a pensar en la cantidad de bolsas de plástico que son importadas, dado que el país, literalmente inundado, tiene prohibida la producción de este tipo de bolsas. A pesar de la existencia de leyes que amparan en el país el uso de bolsas biodregradables –actualmente está vigente la Ley N°2014-024 del 03 de julio de 2014 sobre la prohibición de la producción, importación y comercialización de bolsas de plástico no biodegradables– no existe capacidad técnica para su cumplimento, por lo que no se ha conseguido el impacto esperado. Lejos de arreglarse, casi 10 años después de la aprobación de la última Ley, Malí se enfrenta a un aumento paulatino de los niveles de contaminación derivados de los plásticos, especialmente de estas bolsas plásticas de un solo uso, que suponen un verdadero rompecabezas para las autoridades locales. 

La AECID, a través del PROTEC, ha destinado este año 300.000 € a un proyecto para abordar el problema de las bolsas de plástico de un solo uso en el país, con la colaboración de la Asociación Maliense Despertando al Desarrollo Sostenible. El objetivo es fomentar modelos dirigidos a la promoción de productos sostenibles que favorezcan al medioambiente y la creación de empleo en la transición ecológica, incentivando una mayor concienciación social sobre los problemas derivados de la utilización de plásticos de un solo uso en la salud, la economía y el medioambiente.