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En el marco del inicio de las celebraciones por el 150 aniversario de la Academia de España en Roma (RAER), la Red de Centros Culturales de la Cooperación Española (CCE) se ha reunido estos últimos días en la capital italiana en unas jornadas de trabajo y reflexión colectiva en torno al posicionamiento de los CCE ante los nuevos retos globales.

Presididas por el director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), Antón Leis, las jornadas han tratado de dar respuesta a cuestiones en torno al papel de los CCE en sus respectivos contextos, su contribución a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y a la recuperación de las crisis en curso o el rol que deben jugar los creadores, entre otros. Para ello se ha contado también con la participación de equipo técnico de la AECID, así como con expertos de larga trayectoria y reconocido prestigio en la materia, como Alfons Martinell y Jorge Fernández de León.

LA CULTURA, PIEZA IMPRESCINDIBLE EN EL NUEVO CONTRATO SOCIAL

La consideración de la cultura como un factor clave para el desarrollo humano sostenible se ha posicionado como un enfoque fundamental, y distintivo, de las políticas de la AECID. Aunque inicialmente los CCE surgieron con una vocación de promoción y cooperación internacional, con los años han ido evolucionando a espacios de legitimidad democrática vinculados con políticas culturales de proximidad. Así, en la actualidad constituyen espacios de participación ciudadana, abiertos, inclusivos e integradores, que facilitan el acceso a la cultura, el fortalecimiento del Espacio Cultural Iberoamericano y la creación de redes de trabajo e intercambio cultural, consolidándose como espacios relevantes en los ecosistemas culturales de las ciudades en las que se ubican.

Aunque la Estrategia de Cultura y Desarrollo de la Cooperación Española, definida en 2007, continúa aplicándose de forma constante en los programas y proyectos culturales de la AECID, el mundo ha cambiado mucho desde entonces. La Agenda 2030 marcó un hito en 2015. A pesar de que en ella no hay un ODS específicamente dedicado a la Cultura, su enfoque, marcadamente holístico, hace que ésta permee en gran parte de objetivos y metas. La dimensión cultural puede considerarse, por tanto, esencial para su consecución.

Por otra parte, en los últimos años nuevas crisis (sanitarias, económicas, geopolíticas), sucesivas e interconectadas, han debilitado y complejizado el escenario global. En este marco, los participantes en las jornadas han coincidido en que el papel de la cultura no debe minimizarse sino, más bien, reforzar su protagonismo como elemento imprescindible que debe aportar cohesión, reflexión y soluciones para construir sociedades más justas, inclusivas y sostenibles. "El aporte desde la cultura debe estar presente en la reflexión sobre el mundo que queremos, pieza imprescindible en el debate y negociación del nuevo contrato social", ha concluido el director de la AECID.